Tenemos en Colombia un docente universitario cuyo trabajo precarizado consiste en recibir un pago a cambio de la hora de clase orientada, a quien no se le reconocen sus actividades de planeación y evaluación, a pesar de cumplirlas como parte de su misión profesoral. Asimismo, es el único servidor público que en época de anormalidad académica no recibe remuneración alguna, es más, en muchas ocasiones, de su precario salario ha tenido que devolver dinero a la universidad. La forma de contratación ha hecho que la edad de pensión de éstos docentes aumente, inequitativamente, en relación con otras y otros trabajadores. Sin embargo, esta profesora, este profesor siente miedo de asociarse sindicalmente, permitiendo que se vulneren sus derechos. Hay, en general, una falta de solidaridad y apatía, derivados ambos de la misma relación laboral precarizada, indebidamente legalizada, pero al final de cuentas ilegítima.
Por último, es claro que las universidades colombianas, en su afán de mejorar sus indicadores financieros, continúan precarizando a este profesional docente de la educación superior.
Escuchen nuestra conversación en el podcast de educación Deseducar Críticamente.